Después de muchos meses de espera y trabajo silencioso, Juan González Quiroga finalmente parece haberse ganado su lugar en el '11' titular de Atlético Tucumán. El arquero uruguayo, que llegó al club en julio de 2024, pasó un largo tiempo sin jugar, pero ahora encadena tres partidos consecutivos defendiendo el arco del “Decano” y empieza a reencontrarse con sensaciones que, reconoce, le hacían falta. 

“Volver al arco era algo que deseaba desde hacía mucho. La verdad que demoró bastante, pero por suerte se dio”, expresa con sinceridad. Y no es difícil entender el peso de sus palabras. Para cualquier futbolista, el tiempo sin jugar es una carga pesada, pero en el caso de un arquero, donde el puesto suele tener menos rotación y está más expuesto a la crítica o al elogio según el resultado, la espera puede hacerse aún más compleja.

Juan sabe que la titularidad no se gana de un día para el otro. Su regreso al campo fue gradual, necesario para recuperar el ritmo y, sobre todo, la confianza. “Era importante ir de a poco, ir agarrando minutos. Eso me ayuda a sentirme mejor, a reencontrarme con el juego, con los compañeros. Ellos venían jugando con otro arquero y, quieras o no, el arco es un tema especial. Es importante que haya comunicación y entendimiento”, explicó el portero.

Habla pausado, como si midiera cada palabra, pero con convicción. Su análisis de estos primeros encuentros es autocrítico y constructivo. “Voy de menos a más. Ha habido un crecimiento desde lo que yo siento y también desde lo colectivo. Obviamente, más allá del resultado negativo que tuvimos el otro día, siento que el equipo mereció más. Jugamos un buen partido, sobre todo en el primer tiempo. Nos faltó el gol, pero dejamos todo”, reflexionó.

A lo largo de la charla, el arquero deja ver cómo el arco no es solo una cuestión técnica, sino también mental. En eso, la tensión del puesto ocupa un lugar central. “Hay momentos en los que pasás 10 o 15 minutos sin tocar la pelota, pero eso no significa que estés fuera del partido. Al contrario: tenés que estar concentrado, ordenando, hablando, sin perderte de ninguna jugada. Esa tensión constante solo te la da la competencia”, explica.

En esa competencia no todo se entrena. Hay cosas que solo se aprenden desde dentro. “Todo cambia cuando estás en el campo. El clima, el público, los rivales, los árbitros. Es otro contexto. Por eso es clave sumar minutos, para que todo fluya con más naturalidad. Para soltarte, para sentir que estás donde tenés que estar.”

Más allá del plano deportivo, González también habla con emoción de su vida fuera del césped. En Tucumán vive junto a su esposa Verónica, de nacionalidad mexicana, y su hija Allison, de cinco años, nacida también en México pero criada en Uruguay. “Nos tenemos a nosotros mismos. Eso es fundamental cuando estás lejos de tu país, de tus afectos más cercanos. Por suerte, nuestras familias han podido venir a visitarnos y eso ayuda mucho a acortar distancias”, agregó el golero, que admite haberse adaptado bien a la provincia.

“Nos gusta mucho El Cadillal; es uno de nuestros lugares preferidos para ir a tomar unos mates por la tarde. La provincia tiene rincones preciosos. Otra cosa que valoramos es la cercanía entre los lugares, algo que también teníamos en Uruguay. No tenés que pasar horas en el coche para ir de un sitio a otro.”

González tiene contrato con Atlético hasta diciembre, pero no se apresura a pensar en lo que vendrá. “Hoy estoy metido de lleno en el club, en este momento. Atlético confió en mí y yo quiero devolver esa confianza a través del rendimiento. Queremos cumplir los objetivos que nos planteamos: pelear por la clasificación, seguir avanzando en la copa. Mientras existan posibilidades matemáticas, vamos a dejar todo.”

Sobre el nivel del fútbol argentino, no duda en definirlo como uno de los más exigentes del continente. “Es un campeonato muy parejo, muy competitivo. Cualquiera le puede ganar a cualquiera. Nosotros le ganamos bien a Sarmiento, por ejemplo, y después ellos fueron y le hicieron un gran partido a River. También le ganaron a Vélez. Es un torneo donde no hay margen para relajarse.”

Lejos de mostrarse eufórico o conformista, González se mantiene con los pies en la tierra. Sabe que el puesto se construye partido a partido, entrenamiento a entrenamiento. Y también reconoce que, por momentos, pensó en otras opciones. “Uno siempre quiere jugar, pero también valora el esfuerzo que el club hizo. Y cuando llegan los minutos, todo cambia. Reformulás tu mirada, tus objetivos.” Cuando se le pregunta si extrañaba esta sensación de estar bajo los tres palos, no duda. “Muchísimo. Es lo que uno disfruta, lo que uno eligió. Me encanta entrenar, siempre me mantuve enfocado porque sabía que en algún momento iba a llegar. El apoyo de la familia fue clave para no caer, para seguir.”

Antes de cerrar la entrevista, le dejó un mensaje a los fanáticos, que esta noche volverán a decir presente en las tribunas. “Que tengan plena confianza en el equipo. Vamos a dejar todo, como siempre. El aliento que se siente en esta cancha es único. Ojalá podamos reflejar todo ese trabajo con buenos resultados”, finalizó.